El miedo es una emoción útil para mantenernos alerta en situaciones peligrosas, es un instinto que desencadena una serie reacciones en nuestro cuerpo a fin de protegernos, algunas de ellas son:
- El sistema respiratorio y cardiaco se aceleran para llevar el oxígeno a todos los músculos.
- Los vasos sanguíneos se contraen en la mayor parte de cuerpo por lo que causa la palidez o la coloración.
- El sistema digestivo llega a ralentizarse o incluso detenerse.
- La vejiga se relaja, y los esfínteres se ven afectados llegando a perder el control.
- Se frena la producción de saliva y lágrimas, causando la sensación de “boca seca”.
- Visión con efecto túnel, pérdida de audición y dilatación de pupilas.
Todas las reacciones antes mencionadas permiten preparar al cuerpo en caso de alguna amenaza, pues proporciona energía extra, previene la pérdida de sangre excesiva en caso de una herida, se potencia la función de coagulación y dispone de más fuerza debido a la tensión muscular.
El ver películas de terror o entrar a una “casa embrujada” en un parque de diversiones, no causa el mismo sentimiento de susto que se describió anteriormente ya que, el estar conscientes del contexto, permite un sentimiento incluso de emoción o agrado.
Además, un estudio realizado por la Universidad de Westminster en 2012, concluyó que, en promedio, ver una película de terror de 90 minutos puede quemar alrededor de 113 calorías, lo mismo que una caminata de 30 minutos. Un dato curioso es que la película con la que más se queman calorías es “El resplandor” con una media de 184 calorías, seguido por “Tiburón” con 161 y, por último, “El exorcista” con 158 calorías.